Aquella vez que tropezamos,
éramos pichones huidos del nido,
cachorros jugando en el camino,
tan sólo dos desconocidos.
Retoños de árboles distintos,
pétalos de corolas diferentes,
hijos del mundo y de esta tierra
anónimos hermanos del alma.
Pero...
La mágica esencia del destino,
que embebe cada trazo de la vida,
enlazó tu espíritu y el mío,
y dictando ecos de lealtad.
Dijo...
Éste es el día , ése es tu amigo.
HUGO F M OTERO (hugootero@LatinMail.com)
Argentina
Otros poemas mandados por Hugo F M Otero:
|