Quizás no corrían sino que sus nervios los veían así, harto de la hipocresía, del engaño.
¡Sin poder comprender que su mujer lo haya traicionado; y con una amiga! …
Pero lejano de sentir ganas de encerrarse lo llenó de fuerzas para salir. Iría a la nada, tomaría un destino incierto; subió al tren que iba hacia La Plata, podría haber trepado a cualquier otro, la cuestión era llegar lejos.
Decidió bajar del tren unas estaciones antes; y entro al bar más cercano para saborear unos líquidos; a las cuatro de la madrugada lo invitaron a retirarse, pues el bar había cerrado sus puertas ya hacía dos horas, y el sujeto no dejaba de beber; casi inmóvil subió a un remis que le consiguió el camarero; a dónde lo llevo señor, dijo el chofer, al hotel más cercano contestó él.
Al día siguiente se elevo con pocas fuerzas; pero comprendió que este aire le había sido útil para meditar; entendió que tenía tres opciones:
1) volver y seguir soportando,
2) volver e intentar resolver su situación,
3) irse lejos.
Eligio la segunda opción pues él no había hecho nada por lo cual tenga que huir. Mientras viajaba se convencía más de que la relación todavía tenía vida, que el conocía a su mujer, “esto simplemente fue un error, después de todo yo alguna vez la engañe, aunque no con un hombre pero por eso mismo no es posible, se que finalmente todo va a ser como antes o mejor porque en dos meses vamos a tener un hijo”; pensaba él. Llego a su casa convencido de sus pensamientos.
Tuvo que tocar el timbre porque habían cambiado la cerradura, su mujer le abrió la puerta, él la abrazó fuerte y le dijo, te perdono mi amor, te amo no vamos a perder nuestra familia por; ella lo interrumpió, por favor callate Ismael y escuchame una vez en tu vida, yo ya no soy tu familia, no quiero serlo, nunca me valoraste ni te importé ahora voy a tener a mi hijo con mi pareja, lo mejor es que lo entiendas y te, interrumpió él Susana sabes que te amo tanto como para matarte si me dejás, estás enfermo dijo ella, tranquilizate mi amor no sabes lo que decís estas alterada, dijo él y le dio un sopapo, no Ismael esta es la única vez que estoy segura de algo, dijo ella, mientras con disimulo agarró el arma que se había dejado a mano y disparó.
Susana Astussia de Oropéndola, vive feliz con su mujer y su hija en Córdoba.
Ismael Oropéndola, vegeta en un neuro-psiquiátrico. El tiro le rozó la cabeza, logró sobrevivir pero no sólo perdió la memoria también quedó empequeñecido cerebralmente.
10/2004
Silvana Toscano (silvanagastronomica@hotmail.com)
Viernes, 22 de septiembre del 2006
Poemas y relatos de Silvana Toscano:
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