Esta es mi vida de casi 10 meses de recorre y conocer gente de toda clase. Como artista conseguí mucho, pero como persona, más. Comprobé que las cosas no son como las cuentan: hay que vivirlas.
Yo renuncié a 22 años de trabajo, y un día decidí hacerlo. Fue duro, pero hermoso. Nada es color de rosas, pero se debe intentar y no morir en el intento, que la adversidad nunca los haga caer. Se puede tropezar, pero también se debe levantar para continuar. Es la vida, por eso estamos aquí, para vivirla. Algunos con más caraje; otros, con menos. Algunos con ganas de hacer cosas; otros, conformándose. Lo importante es no salir del camino y ser honesto con uno mismo, conservar los principios y saber cuando regresar a casa.
En el transcurso de estos meses hubo muchas transformaciones en mí: vi pobreza humana y de la otra, riquezas de dinero y de alma, pero cada uno sabe cuál es el camino a seguir sin confundirse, no equivocándose de puerta.
Detrás de todo esto, no estoy yo sola. Agradezco a mi tía Emilse, que siempre me apoyó, a las personas que conocí, buenas o malas. Todas me dejaron un gran conocimiento, aunque creo que todavía hay más por aprender.
Todos los días estés donde estés debes mirar a tu alrededor y aprender, valorar lo que tienes y esforzarte por lo que quieres. Si a alguien he ofendido, pido disculpas. Éste es mi punto de vista y no quiere decir que sea el correcto.
Esto está dedicado a todas las personas que siempre me apoyaron: las que todavía están y las que ya se fueron.
Maria Elena Sancho (mariaelenasancho@ciudad.com.ar)
Poemas y escritos breves de Maria Elena Sancho:
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