Antes que nada, es importante destacar que el siguiente artículo está dirigido, principalmente, a los jóvenes peruanos. Peor el tema central se aplica para personas de todo el mundo.


Cuando el viernes pasado habría uno de mis cuadernos de primaria me encontré con una gran mancha de borrador; era imposible descifrar que palabra tapaba esta. Buscando en otro de mis cuadernos encontré otro borrón similar. Y en un tercer cuaderno encontré un nuevo borrón, pero esta vez al costado encontré una anotación que decía: “Historia se escribe con H”. Tras esta anotación no encontré ninguna mancha en las carátulas de mis posteriores cuadernos de historia.

Al inicio de la década pasada la mayoría de nosotros teníamos menos de 5 años, pero a pesar de esto, estoy completamente seguro que todos tenemos conocimiento de lo sucedido en esos años. Seguramente se nos viene a la mente los gritos de dolor de padres desesperados preguntando por sus hijos desaparecidos entre los escombros de su antigua vivienda, noticias de matanzas en pueblos de Ayacucho o Apurímac, periodistas asesinados en Uchurahay, secuestros en pleno Centro de Lima, toma de universidades y también matanzas en estas, y un sin número de actos de violencia como consecuencia de un período de guerra civil. Diversos intereses se vieron reflejados en esta guerra, y los defensores de estos, siguiendo al “fin justifica los medios” (y sálvese quien pueda) de Machiavelo, cometieron diversos excesos. No es necesario nombrar las partes involucradas. Sino simplemente recordar lo sucedido. No podemos utilizar el recurso del “borrón y cuenta nueva”. Miles de personas fueron asesinadas, otras tantas continúan desaparecidas. Miles de soles en pérdidas materiales, miles de discapacitados, miles de familias destruidas, miles y miles de problemas para el país como consecuencia de este largo conflicto.

El pasado jueves 28 de agosto La Comisión de la Verdad y Reconciliación hizo entrega de un discutido informe final acerca de estos años de guerra. No es necesario discutir la veracidad de este informe con respecto a la cantidad de muertos y los culpables de estos. Es sólo importante tomar conciencia de las acciones que llevaron a nuestro país a esta terrible situación, para que en un futuro no las repitamos.

Alguien dijo una vez, “el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”. Lamentablemente el poblador promedio peruano tiende a olvidarse de todo muy fácilmente, y no únicamente se olvidó y olvida de su historia (historia que muchas veces no conoce), sino se olvidó de esta simple frase y no ha llevado por muchos años en un círculo vicioso que nos hunde cada vez más en problemas que obtenidos mucho antes de nuestra independencia. Problemas que hoy en día nos condenan a vivir en el infortunio. La idea entonces es que dejemos de ser un peruano promedio que sufre de amnesia y nos convirtamos entonces en disco duros de nuestra propia historia conociéndola y evaluándola antes tomar cualquier decisión en el presente y en el futuro. Recordemos que la mayoría de nosotros en algunos años ya seremos mayores de edad, y el DNI no únicamente nos dará el beneficio de entrar a cualquier discoteca o comprar bebidas alcohólicas en un grifo. Sino también nos permitirá elegir a nuestros gobernantes y por fin seremos capaces de elegir el país que queremos para nosotros y para las personas que van a depender de nosotros.

Por esto es importante recordar que no hay “BORRÓN Y CUENTA NUEVA” y que si lo hacemos dejaremos una mancha en el cuaderno, y no hay nada que impida que la veamos cada vez que lo abramos para estudiar algo. Por esto debemos recordar las razones por las que se mancho el cuaderno para que no volvamos a escribir la misma “ISTORIA” nunca más.

 Juan Luis Laghi (j_laghi@hotmail.com)
Diciembre del 2003.